El que juega al ajedrez decide constantemente entre una y otra alternativa, soluciona aquí y allá un problema, una variante, la elección de la mejor jugada entre varias de algunas continuaciones posibles durante una partida.
Además el pensamiento del ajedrecista hace sucesivamente ciertas operaciones que se repiten cada jugada.
Así, cada vez conviene cuidar las amenazas del adversario, cumplir el cálculo de las variantes, hacer la apreciación de la posición.
Por la analogía con las matemáticas, donde a la consecución de las acciones que llevan a la resolución de cualquier problema, se le nombra como el algoritmo de la resolución de este problema, (una definición usual es que un algoritmo es un conjunto de instrucciones fijas para resolver un problema), a la consecución de las acciones cumplidas por el ajedrecista para elegir una jugada, la nombraremos como el algoritmo de la elección de la jugada en el ajedrez.
Al elegir su jugada, los ajedrecistas principiantes no meditan en seguir o en encontrar cierto procedimiento que es lo que es dado el nombre complicado el «algoritmo».
Los ajedrecistas de la calificación más alta se inclinan también a la realización intuitiva del algoritmo.
Sobre esto es muy elocuente testimonio el hecho de que ninguno de los maestros que destacaron en el pasado haya dejado a propósito un algoritmo recomendado.
M.Botvinnik, resaltando el talento natural de Capablanca escribía:
«¿En que consistía esto del talento? En el uso de un algoritmo de la búsqueda de la jugada en la posición, el algoritmo que básicamente él usaba, era la intuición».
La aplicación intuitiva del algoritmo por los ajedrecistas de fuerza mediana, fue de un modo pintoresco descrita por A.Kotov en su libro «Piense como un Gran Maestro» :
«Ahora mostraré, como conducís el cálculo de las variantes…Supongamos que en uno de los momentos de las batallas ajedrecísticas, ante usted hay una elección entre dos ramificaciones, por ejemplo, si llevar la torre a d1 o el caballo en g5.
¿Cual de las dos continuaciones elegir?
Sea como acomodan de la manera más conveniente sobre la silla y comienzan a efectuar el cálculo, sobre las jugadas posibles.»
«Si, voy con la torre a d1, el negro puede responder a esto colocando el alfil en b7, y pueden tomar el peón en a2 – que ahora se quedó desprotegido.»
¿Qué pasa entonces?
Habiendo continuado la variante un poco, comenzáis a arrugar el entrecejo, ¡pues la jugada de la torre no gusta!
En seguida comenzáis la comprobación de la jugada con el caballo.
«¿Que será, si se juega el caballo a g5?
Se preguntan a si mismo.
El oponente puede expulsarlo con su jugada h7-h6, y si el caballo se va a e4, el negro tomará el caballo con el alfil y mi Dama estará en peligro.
¿Donde retroceder?
Algo no me gusta… No, andar por ese flanco con el caballo es malo!
Miraré una vez más la jugada jugada en d1.
Si el alfil estuviera en b7, será posible jugar f2-f3, y si él toma el peón a2?
¡Ay,y, entonces no debo jugargla torre en d1 !
Es necesario comprobar una vez más la jugada con el caballo.
Si muevo el caballo a la casilla g5, h7-h6, el caballo e4, el alfil comerá e4 y la Dama estará en peligro. Mal! ¡Significa que jugar el caballo a esa casilla es malo!
Miraré una vez más la jugada de la torre.
Así, Torre a d1, la Dama toma en a2.. “
En este momento miráis el reloj. ¡Dios mío! Treinta cinco minutos he gastado gastado vacilando entre Td1 y Cg5.
¡Así caeré en apuro de tiempo! De repente a la cabeza viene un pensamiento excelente: ¿porque escoger entre mi torre y mi caballo? La jugada del alfil en b1 también es posible.
Y, sin pensar un minuto, sin calcular, con pura fe y por intuición, hacéis la jugada del alfil sin reflexión… «
¡LA INTUICIÓN TIENE QUE AYUDAR!
La aplicación intuitiva del algoritmo de la elección de la jugada a menudo se acompaña de un gran desorden.
El ejemplo de la elección de la jugada por el ajedrecista de calificación media ejemplificado por Kotov hace claro esto.
Indudablemente, la vacilación sin método de una continuación ejerce una influencia negativa sobre los resultados deportivos; los errores que se cometen a causa de ello, borran a menudo los frutos de un trabajo largo y minucioso anterior; los acompañantes constantes serán los apuros de tiempo y el cansancio.